19 de mayo de 2015
Cada vez que sueño con mis viejos o mi tía Raquel (ayer fue mi mamá, en los buenos tiempos..., no los últimos 13), me maravilla el nivel de detalle que mi cerebro guarda sobre ellos, la sonrisa, los gestos, los tonos de la voz, la altura... Para mí, eso es el recuerdo y lo extraordinario es que no se hace con la conciencia, no, yo ni siquiera sé que los guardo así detrás de la frente hasta que no se me abren en los sueños. No creo en otra vida, nunca lo hice..., pero esa vida, la que sigue en nosotros, es cierta. De esa sí hay pruebas.
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