21 de junio de 2015


Ya que todos hablan de los padres, felicito a mi amor de toda la vida, Odino​ por los tres que tenemos...
Y recuerdo una escena, una escena sola, en alguno de los muchos viajes que hacíamos en auto con mis viejos cuando yo era chica. Fuimos desde Ushuaia hasta Salvador de Bahía, desde Ouro Preto a Arequipa, por Chile, casi toda la Argentina. Los viajes eran el único momento en que creo que mis viejos eran realmente felices, en que se olvidaban de su tendencia a la depresión y eran ellos mismos en el mundo. A mi me gusta enormemente viajar aunque no todo era bello: yo sufrí mucho en algunos de esos viajes porque íbamos en carpa y yo tenía demasiado frío y la carpa nunca fue lo mío. Pero mientras estábamos en el auto, para mí era el paraíso.  Mi hermano y yo viajábamos atrás y cuando mamá no leía en voz alta (cosa que yo sigo haciendo y que era el mejor momento de todos), papá (el único que manejaba) cantaba canciones de Atahualpa y a veces, las comentábamos. Me acuerdo de esa vez en que me preguntó qué entendía yo por "lo que ayer fue esperanza, hoy es recuerdo" y se murió de risa cuando le dije que para mí era la fiesta de mi cumpleaños, esperanza primero (parecía que nunca llegaba) y después recuerdo (de pronto, ya pasó). Se rio, tengo la sensación de que estábamos solos en el auto, de que mamá y Joaquín dormían, y después me dijo: "Es muy divertido y no..., lo que ves es el paso del tiempo". No sé por qué me acordé de eso ahora.

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