1 de julio de 2015

El lunes, última clase clase en Ezeiza (me faltan un parcial y un final). Hacía frío y parecía que estaba por llover. Hubo salidas y entradas, siempre pasa eso. Una de ellas se hartó de que la llamaran por teléfono. Ninguna quiso la merienda. En algún momento, (hablábamos de narraciones, o memorias de esclavos fugitivos, tal vez el primer género realmente estadounidense en la literatura del siglo XIX) y yo hablé de cómo Frederick Douglass adelanta ahí las ideas de Sartre sobre cómo la tortura (en este caso la esclavitud) degrada tanto al torturador como al torturado (en este caso, la esclavitud degrada tanto al amo como al esclavo). Terminé esa parte y una de las chicas dijo: "Usted habló de alguien... ¿Me lo repite?" Así lo anoté en el pizarrón y les dije algo al respecto, algo rápido (no es que yo dé Sartre, por cierto). Me conmovieron el interés, la pregunta... Dos veces me trajeron café. No sé por qué no tomamos mate esta vez.

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