10 de agosto de 2015


Bueno, creo que va a haber una división de género en cuanto a las dos temporadas de True Detective (la segunda terminó ayer). Muchos van a preferir la primera. A mí, mujer, me deslumbró mucho más esta última. No solamente porque había mujeres que me llegaron y que eran mucho más que víctimas: en mi caso (y esto es totalmente personal), el hecho de que aquí hubiera menos cuestión religiosa, mística, etc, que en la primera también ayudó (ese tipo de temática me interesa muy poco a menos que tenga que ver con cuestiones de la Naturaleza); y en segundo lugar, que el culpable o los culpables tuvieran razones absolutamente racionales y de poder y dinero para hacer lo que hacían, y no una locura mística (los policiales con locos me interesan mucho menos).
La historia me pareció muy compleja de seguir, me costaban los nombres y demás... y no la veo seguida sino una vez por semana por elección lo cual empeora el problema memoria... Y sin embargo, lo que pasaba me emocionaba y mucho. Ciertos  personajes (sobre todo los que giran alrededor del tema lealtad y deslealtad; menos los de padre-hijo) me llegaron enormemente. Y digan lo que digan otros (sé que hay otras opiniones) me gustó el trabajo actoral de todos.
Finalmente, me llegó hasta el hueso la imagen desesperada, oscura, de California, Los Ángeles, ese lugar que siempre se representa luminoso... Cuando yo fui a San Diego, la viví así, la sufrí mucho. Veía el sol pero no lo sentía. Me ahogaba en ese barrio universitario que para mí era demasiado ordenado, demasiado igual, demasiado vacío, de plástico, donde todo quedaba demasiado lejos y los lugares de reunión eran solamente los shoppings y nadie caminaba. Me refugié en la universidad que era, apenas, mejor. Eso fue lo que vi en la serie (aunque mostraban sobre todo industrias y desierto).
Creo que el proyecto va mejorando. Para mí, por lo menos.

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