14 de agosto de 2015

Gatos. Yo escribo y trabajo en un balcón cerrado con vidrio que tiene una ventana hacia el jardín (debería haber sido puerta ventana pero bueno...). Los dos, la nueva y el viejo vienen por esa ventana y se paran contra el vidrio en dos patas para que yo abra la ventana. La nueva salta hasta la ventana abierta y vuelve a saltar al suelo del lado de adentro pero cuando el tiempo es bueno, tarda un rato en hacerlo y yo tengo que llamarla varias veces mientras me muero de frío. A veces cierro de nuevo y espero a que ella insista. Es distinto cuando llueve: ella no deja ni que terminen de abrirse los dos vidrios que yo abro y ya está adentro, con su Prrrr de siempre. Rápida, claro, odia la lluvia como yo la odio cuando hace frío, los días como hoy. El otro gato hacía lo mismo pero tiene 15 años y ya no sé si puede subir tan alto. Digo no sé porque por ahí es mimo. Como no puede se pone en dos patas contra el vidrio y yo lo levanto del cuello y lo entro. Soy su ascensor.

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