20 de marzo de 2018

Primera clase en la Facultad. Tal vez es el hecho de que seguramente es mi último año ahí..., no sé, pero fue un enorme placer darla. Me cambiaron mi horario sempiterno (lo tenía hace añares, en serio) y me pusieron uno que es muy malo para la mayoría porque toma parte de la mañana y parte de la tarde... Así que yo, que siempre tengo más de 30 inscriptos, tenía poquitos y vinieron bastantes..., de lo cual me alegro porque mi forma de dar clase no funciona con muy pocos... En fin, espero que no se me vayan. Dos o tres ya me conocen de antes, son de los que vuelven. Me gustó el aula, chiquita (eso está bien si somos pocos) mucha luz, al patio así que poco ruido y piso 1, mejor que 3... Me gustó explicarles, ver la luz en los ojos cuando algo les parecía bien, comprobar que sé defender lo que hago aunque no sea muy común ni muy fácil de encontrar en la Facultad. La pasé muy bien... Y de postre, una charla larga con Sandra Comino y su hija (que hace unos años, dos creo, fue mi alumna) a la vuelta durante un rato. Una maravilla. Un buen lunes, la verdad. Me había puesto nerviosa porque eso de los finales pero no era necesario, me doy cuenta...

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