9 de noviembre de 2015

Bueno, fuimos a ver Marguerite, con amigos. Pensé que me iba a gustar mucho menos pero en el balance, no, no me gustó. Hay cierta tendencia al símbolo fácil que a mí, tan amante de los símbolos me cansó: el ciervo muerto y carneado, la piedra y la cruz en el camino a las que vuelven todos muchas veces, el pavo real..., too much en mi opinión, o tal vez hecho con falta de sutileza (cosa rara, porque lo que suele abundar en el cine francés es la sutileza). Me gustó la división en capítulos (siempre dije que me gustan las películas con sintaxis, como las Jarmush, por ejemplo). Pero lo que no me gustó nada, algo así como que no me cerró fue el personaje del mayordomo (o lo que fuera) negro..., sus motivaciones, la razón por la que protege y documenta a la cantante. ¿Para su proyecto de fotos, se dirá? Puede ser..., pero no parece suficiente. Y en todo caso, si lo que él hace es usar a Marguerite para el arte (algo así como un arte caníbal a la Edgar Allan Poe), eso debería estar más marcado, más claro. Es un personaje que debería ser clave y queda incompleto... No es mala, se ve... y es trágico lo que cuenta, esa tragedia de quien desea algo que no va a pasar nunca (aunque eso también está torcido por el único momento en que canta realmente, en público...).

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