28 de marzo de 2017

Julieta Pinasco cuenta sobre un chico que pedía permiso para no leer El mar y la serpiente porque le dolía demasiado. Un relato emocionante. Yo tuve algo parecido pero no del todo y me dieron ganas de contarlo.
Hace años voy a una visita a una escuela en San Fco Solano que fue una de esas visitas inolvidables. Era una escuela en medio de algo muy parecido a una villa, una zona terriblemente pobre. Uno de los libros que habían leído era sobre la dictadura y sus secuelas, El año de la Vaca. En ese libro hay seis puntos de vista, tres de personajes varones y tres de personajes mujeres y siete personajes (hay uno que no habla nunca y es la "Vaca" del título). Uno de esos personajes es el Rafa y yo nunca lo quise. Se parece mucho a los chicos que me hicieron sufrir en la secundaria, abusivo, dueño del mundo, de esos que lo atropellan todo. Alguna vez algún comentarista (hombre) me criticó porque yo no lo perdono y no, no quiero perdonarlo. No me arrepiento de eso. Pero estando en esa escuela, sentada con chicos de 7mo que habían hecho una maravillosa obra de teatro con el libro, la maestra les pregunta quién querrían ser. La mayoría dice la Vaca (pero yo no se los deseo: ella se parece a mí en mi soledad, aunque entiendo que quieran porque esa chica en el libro, tiene poderes..., poderes que yo no tuve). Uno de los chicos, menudito, morocho, ojos enormes, me dice "El Rafa". Yo me horrorizo. Pienso en qué habré hecho mal para que él diga eso..., porque si hay algo que no quiero es que nadie quiera ser el Rafa. Así que le pregunto: ¿Por qué querés ser el Rafa? Y él dice, la voz bien baja: Porque si yo fuera el Rafa nadie me pegaría.
No me olvido.

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