2 de junio de 2017

Ayer en una noche que fue muy accidentada y horrible, seguí con "Dear White People" en Netflix (ya había visto mi adorada "Ripper Street" así que estaba al día con lo que veo en el cable). Es una serie impresionante en muchos sentidos pero creo, con un público muy chico y específico fuera de los EEUU. Es impresionante porque con el foco en unos pocos chicos de universidad en un campus, toca todos los temas, todos los debates, toda la cuestión linguística, del racismo antinegro en los EEUU. En general, a mí no me gustan las series ni las películas de campus estadounidenses. Odié los campus cuando viví en ellos, dos veces, dos meses cada uno, siempre en California. Eran nubes de pe... o burbujas de plástico y el resto del mundo desaparecía en esos senderitos. Me sentí muy, muy mal. Suerte que esa vida no me tocó más tiempo porque me da la impresión de que yo hubiera enloquecido. Como sea, esto es así y sin embargo, en ese ambiente que no me atrae, los diálogos, las citas, lo que se juega en cada intercambio (las fiestas, los insultos raciales naturalizados, el dinero, todo) dicen muchísimo. Enseñan en más de un sentido. Lo del público estrecho también tiene que ver con eso: hay que saber mucho para entender, son de esas series que exigen conocimiento previo: Malcolm X, violencia policial, identificación en la calle, esclavitud, reparación, Obama, el Sur y el Norte, black faces parties, linchamientos, Hughes, Morrison, nombres y temas que se tiran todo el tiempo. En ese sentido, creo que es un poco exagerada la exigencia al espectador. Pero como yo entiendo eso, la estoy disfrutando. Sigo prefiriendo las narraciones en las que no hace falta una previa para entrar (siempre lo voy a sentir así) (digamos, las mejores pelis de Spike Lee) pero me gusta...

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