21 de septiembre de 2017

Hoy, llueve y yo me acuerdo de las excursiones que hacíamos en ENAM, en Banfield, el 21, a Ezeiza, a La Olla (que después conocí a caballo). Yo lo odiaba porque siempre, siempre hacía frío y llovía o había llovido y estaba lleno de barro y aunque en esos tiempos, la primaria, yo tenía amigos y me sentía bien en el grupo, la verdad es que el frío me podía y hubiera preferido faltar y estar abrigada en casa, o hacer una fiesta en un lugar protegido. La primavera fue durante años invierno.
Hoy, llueve pero ahí, frente a mi ventana de balcón (yo laburo en un balcón cerrado, una terracita), hay un roble hermoso y las primeras hojas parecen un encaje verde claro, bellísimo que, contra el gris (no me gusta el gris, nunca me gustó ese color), parece una promesa.

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