24 de febrero de 2018

Ayer, a pesar de que era un día horrendo (yo, que soy muy supersticiosa con los números, pensé: ah, terminado en 3, claro...), fuimos al cine. Vimos "La forma del agua". Es el tipo de película que yo amo: política y al mismo tiempo de amor. En muchas cosas realista --bien ubicada en tiempo y espacio, con comentarios sobre la realidad de los EEUU (el lugar donde transcurre) de entonces (Guerra Fría) y de ahora-- y al mismo tiempo, completamente fantástica. Muy cuidada, muy, pero muy bien trabajada por esa genia que hizo hace años "Happy Go Lucky", película que amé, una chica feúcha y expresiva que no necesita más que un gesto para decirlo todo. Una leyenda para adultos pero una leyenda al fin. Con malos y buenos (eso, debo reconocer, también me gusta y es lo que necesito ahora) y escenas en las que, por ejemplo, se habla de decencia y el general de cinco estrellas le dice a su subordinado que la decencia que necesita es la que le resuelve los problemas, que la otra "no tiene importancia, es para exportar, igual no la usamos". Una película sobre los dos temas que más interesan: ser diferente y el poder que pueden tener los de abajo. La pasé bien, tal vez no pude sentirla como debía porque era 23 pero gracias al cine por esas dos horas de estar, literalmente, en el mismo mundo y muy, muy lejos.

No hay comentarios: