23 de julio de 2018

Atardecer en mi balcón. Me acordé de un cuento de Editorial Abril (no me acuerdo el autor), el único con ángeles que me gustó en la vida (excepto, tal vez, el cuento de García Márquez). Un angelito que es travieso y odia pintar el cielo de negro o azul así que usa el violeta, el rojo, el anaranjado, el rosado, el celeste clarito, el turquesa. Todos lo persiguen y lo retan pero el Jefe lo pone a pintar atardeceres y amaneceres. Un cuento sobre arte, digo ahora. En ese momento, me conmovió y yo no sabía por qué.


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