29 de febrero de 2024

 Badland Hunters. En Netflix. También terminamos de ver ayer, de noche, una película coreana de acción pura en un mundo distópico después de un terremoto feroz y una sequía infinita (algo así, de a ratos, tenía algo de Mad Max) a la que pusieron (literalmente, del inglés, no sé cómo será en coreano el título): Cazadores en tierra inhóspita. La cultura coreana, de la que no sé nada, tiene ciertas características en todo lo que vimos de ella en el cine, en las plataformas (y vimos bastante, mucho más que chino, por ejemplo). Esta película es del montón dentro del género “acción” y como siempre, une un uso desaforado de la violencia y la sangre (increíble lo que pueden hacer al respecto, a mí después de un rato, ciertas escenas largas de ese tipo me aburren, me pongo a mirar el teléfono) con un humor que sale siempre del mismo personaje (en este caso era el héroe, el cazador, muy gordo y fuerte, una especie de Porthos, diría yo que me enamoré de los mosqueteros de Dumas cuando era chica). Esa mezcla agridulce a mí me sigue sorprendiendo, tal vez porque nosotros somos tan binarios en Occidente que el héroe siempre es trágico o serio por lo menos en nuestras historias populares… Pero descubrí algo más mientras la mirábamos. El guion es tan fijo y tan repetitivo como el del género que sí me gusta (y aburre a muchos, ya sé): la comedia romántica. A grandes rasgos, es siempre igual: empieza en una felicidad intermedia con problemas, después hay un hecho violento (acá es un secuestro), después el rescate (que dura gran parte de la acción) y finalmente, una vuelta al estado de relativa felicidad, con alguna solución al problema del comienzo. (En la comedia romántica es: la chica y el chico o las dos chicas o los dos chicos se conocen, se empiezan a querer, hay malos entendidos y obstáculos –eso es lo que dura mucho—y finalmente, el final en el que se entienden y todo está como debe ser; eso es un “guion”). Pero lo que me gusta de la cosa coreana es que en general, además del humor, hay algo intensamente colectivo. Un héroe, sí, pero también un grupo que lo ayuda, y que es el que triunfa. Y suelen ser personas del pueblo, no Mesías ni nobles. Pasa también en películas hermosas como “The Host”, tal vez la primera que vi de esa nacionalidad, o “Kung Fusion”

No hay comentarios: