Año Nuevo (porque lo que se festeja es el principio el nuevo, no el final del viejo..., claro está) era la única fiesta que se festejaba en mi casa, muchas veces, en lugares extraños porque con mis viejos nos íbamos en auto el 24, 28, 29 de diciembre, según el año y para el 31, estábamos, no sé, en el Sur, en un campamento en un lago, o camino a Brasil en Cataratas, o ya en Brasil en alguna parte. Y lo hicimos con Odi también algunas veces. Lo que más recuerdo fue el hotel en Posadas, un año con mis viejos, los fuegos artificiales desde una ventana en un piso alto, seguro más de 8... La felicidad de ese aire caliente en la noche, sin sol, ese aire que no duele (como duele el frío para mí) y la promesa de las Cataratas al día siguiente. Misiones siempre fue una de mis provincias preferidas: selva, agua, calor, tierra roja..., pájaros y animales, todo lo bueno.
Este año no nos fuimos ni nos vamos..., pero la pasamos con consuegros en Banfield, mi barrio de antes (por dos cuadras, vivo en Lomas desde hace 35 años pero sigo pensando en Banfield como mi barrio, tal vez porque sigo tomando el tren en esa estación, rara vez en Lomas), en una noche de las que me gustan.
Para mí (ahí viene el balance), fue un año rarísimo. Horrendo, terrible, espantoso en la radio (que escucho casi todo el día) y los diarios (que leo de una forma u otra), desesperante en ese sentido (y ahí es donde fue un muy, muy mal año, un año de rabia y angustia, como el de todos los que estamos de este lado); pero realmente bueno para lo "personal" (llamémoslo así). Publiqué dos libros y los presenté (no es muy común eso para mí), traduje uno (y últimamente hay años en que no traduzco excepto para mí y mis alumnos), di clases privadas y clases en instituciones (y solamente una no se abrió), leí 31 libros para diarios, creo que nunca había publicado tantas reseñas, me fui de viaje al Sur por mis libros y lo que sé de literaturas de minorías de los EEUU (gracias Madryn y Pirámides, gracias), vi las ballenas, cosa que no había hecho nunca... Y, por supuesto, seguí viendo a mi hijo, su familia hermosa, y mis dos nietos y contándoles cuentos y oyéndolos hablar y viéndolos crecer. A mis hijas, Selva y Tam, a las que extraño mucho, las vi también, incluso a Tam, que vive tan lejos, junto a mi enemigo y su amigo, el mar. Vi amigas, me encontré con muchos (no los nombro porque me voy a olvidar de alguna, y también alguno masculino y eso estaría mal. Y la seguimos, mi compañero Odi y yo, acá, desde hace más de 40 años... Así que por ese lado..., tengo mucho que agradecerle al 24. Del 25 no digo nada..., ¿qué voy a decir? Le tengo miedo, claro, porque lo de la radio y los diarios (bah, la realidad política) es terrible..., y el tiempo también... Pero bueno, hoy, yo festejo lo bueno que tuvimos estos doce meses. Que también lo hubo (en mi caso, claro..., no en el de todos, supongo que en el de cada vez menos, soy muy, muy consciente de eso). (Las etiquetas son incompletas, por supuesto, igual que los nombres; yo creo en lo colectivo..., pero para agradecer al grupo de cada una, cada uno, hace falta memoria y yo nunca la tuve)
No hay comentarios:
Publicar un comentario