1 de julio de 2020

Ayer, por fin, después de semanas bastantes complicadas, iniciamos el mes de Qubit que me gané en la Autopista del Sur (un programón de cine que me encanta y en el que a veces participo), y nos pusimos a explorar. Había de todo. Lo que vimos era sobre todo cine viejo (miramos viejo, aunque yo prefiero contemporáneo; lo que nunca miraría yo es mudo, el cine mudo me aburre terriblemente). Terminamos viendo El tercer hombre de Carol Reeds... Yo recordaba el nombre y el libro (a medias) pero no había visto la película, no sé por qué. Odi sí y dijo que no recordaba más que las tomas inclinadas, los adoquines brillando con la luna y las luces en la noche y la cara de Orson Welles en la oscuridad. Me gustó muchísimo, sobre todo por las características que tenía, las tomas increíbles, la fotografía y ese final largo, lento (lo único lento de la película) y tan, tan jugoso. Que empieza como un final feliz y sin decir una palabra termina con la duda o la depresión, según se quiera. Viena es una ciudad que no conozco pero el fotógrafo le sacó todo el jugo que pudo. Y la música de cítara..., guauuu.

No hay comentarios: