Gatillero. Fuimos a verla al cine en Adrogué. Dos veces en pocos
días después de meses de abstinencia de cine en sala, eso que nos gusta tanto,
tanto (a diferencia del teatro). Y las dos veces, primero con Wes Anderson y
ahora con esta película argentina, fue muy buena salida. La pasamos realmente
bien, a pesar del frío (porque este invierno lo estoy sufriendo mucho y me
duele que todavía estemos tan, tan lejos del calor que necesito). Hacía frío en
la sala (nunca me saqué el saco… por supuesto) y éramos pocos aunque no tan
pocos.
Yo iba sin demasiadas ganas: no somos de ver cine de
acá…, aunque hemos amado muchas películas (pero nos clavamos muchísimo con
otros, algunas muy premiadas: hay gustos, siempre lo digo). Iba sin demasiadas
ganas, pero a los diez minutos, estaba directamente entusiasmada y me había ido
de muchas cosas horrendas que están pasando en el mundo y en casa en estos
tiempos (por ejemplo, la empecinada ausencia de Sandokán…, al que extraño cada
vez más). La cuestión del único plano secuencia (que yo sabía por las críticas:
las leo casi siempre) me emocionó porque está tan pero tan bien llevada…, es
tan cuidadosa que emociona. Y me emocionaron los diálogos (que son pocos) y el
sonido (aaah, el sonido, tan pero tan malo en general en el cine argentino: acá
se entiende todo, y se entiende bien, casi como si una estuviera ahí, en Isla
Maciel, viendo esa noche de pesadilla). Igual que a Odi, las escenas colectivas
(cuando la cámara pasa a otros personajes y no el principal, el Galgo) me parecieron
lo único criticable: no me parecieron bien los diálogos, no me parecieron
naturales (a diferencia del resto, que tiene una verosimilitud impactante). Me
chocaron en contraposición con el resto. Pero son pequeños momentos, tal vez
dos, tal vez tres. El resto me emocionó, me impactó, me llevó lejos a otros
horrores que conozco menos que los públicos, los de todos los días desde que
asumió este gobierno. Y por otro lado, había algo tan, tan argentino, tan
nuestro en el escenario de Isla Maciel (lugar que no conozco, pero sí –y mucho—
la Boca, Barracas), que eso también me llevó –en cierto modo— a nosotros
mismos, a esta ciudad que respira tan cerca. Gracias también a mi amiga (jefa
de Casting en esa película), Eugenia Levin, por recomendarla, y por su trabajo
en ella.
Mobland.
Netflix. Estamos viendo una serie de
Guy Ritchie con un elencazo (Helen Mirren, Pierce Brosnan, Tom Hardy y varios
conocidos más). Es una historia típica de Guy Ritchie (que en general, me gusta
mucho: acción, acción pero no de tipo piñas sino más bien tensión, suspenso,
rapidez, algo rápido pero inteligente) y nos está gustando. Mafia, claro…, y el
personaje de Hardy que está en una posición increíblemente difícil: la del
“fixer”, el que arregla los problemas de los jefes…, poderoso pero muy
expuesto. A mí, Londres me conmueve y la ciudad está muy presente en la serie.
El movimiento de la cámara es impresionante y la velocidad, angustiante. La
crueldad es enorme pero no es esa crueldad intolerable que yo no tolero (como
en las películas danesas que vimos antes). Vamos por el capítulo 2…, y me está
gustando… Veremos cómo se va resolviendo. Es una de esas series con todos
“malos” que en general rechazo, pero en esta, hay un tono de broma, de liviandad,
que me hace bien, me compensa en parte.
A Discovery
of Witches. Netflix. Bueno, mientras
seguimos sin encontrar una serie que nos guste (vimos el principio de tres o
cuatro y nos fueron imbancables), cuando Odi se fue a dormir anoche (siempre se
duerme antes que yo), yo seguí con Discoveries
of Witche, una que estoy viendo hace tiempo ya. Supongo que es imposible no hablar de gustos otra vez. No digo
que sea para todo el mundo, sé que estas cosas suelen (no siempre) gustar más
entre mujeres. Lo cierto es que tengo que decir que la estoy queriendo mucho. Cómo
me gustan las series como esta: de fantasía mezclada con la realidad
(fantástica, diríamos), y con un amor entre dos de “especies” diferentes (como
pasaba en las tres primeras hermosas temporadas de True Blood, que después se fue al diablo). Eso y ese algo
emocionante y bello que tiene para mí descubrir de a poco un universo con leyes
diferentes. Ah, además de que el actor, el mismo inglés fabuloso de Department Q me parece absolutamente
interesante.
El amor entre los dos seres diferentes que se unen en
la serie me conmueve y me hace mucho, mucho bien, de la misma manera
absolutamente hermosa en que me conmovía Outlander
(la comparan con esa y tiene algo de eso: dos seres de mundos distintos que se
ven y se quieren contra todas las reglas que antes aceptaban). Porque lo que
pasa en una historia común, conocida, como esa, es que alguien que tal vez
creía que los “otros”, los “diferentes” no eran tolerables, no eran dignos de
nada, descubre que sí. Que son hasta necesarios.
Por otra parte, me fascinan los escenarios de Oxford y
Francia: esa mezcla muy extraña y muy europea entre autos recontra modernos,
teléfonos celulares por un lado y por otro, castillos y lugares muy antiguos y
bellísimos. La estoy disfrutando mucho mientras nos asomamos a series
espantosas y las dejamos a la media hora… La última que intentamos era
tolerable hasta el momento pero ya era tarde y Odi renunció.
How to Train your Dragon. En el
cine. Fuimos con Gali y Vigo a Adrogué a ver "Cómo entrenara tu
dragón" con actores. En primer lugar, qué alivio y qué alegría ir a una
función repleta de chicos y grandes, sobre todo chicos (últimamente, me siento
una de las últimas de la especie que sigue amando ir al cine, ver en la
pantalla grande y no solo en casa, donde también lo disfruto pero no es lo mismo).
Ahora, lo que sentí (yo por lo menos): el dibujo
animado, que vi hace un tiempo, me había parecido hermoso: la historia,
perfecta; la solución, colectiva; la necesidad de respetar al diferente, muy
bien planteada y también, en la relación padre/hijo, es una película con
hombres y chicos en el medio pero las mujeres están muy bien tratadas. Todo eso
puede decirse de esta película casi exactamente igual, más el humor que no
recuerdo tan directo ni tan efectivo. La historia es la misma y no me molestó
volver a verla. Está muy bien hecha. Emociona, enamora. Vi cómo se divertían
los chicos y Vigo no se asustó para nada… Gali tampoco, claro, pero él es más
grande. A mí me gustó mucho. Eso sí: si alguien no vio la otra, yo vería esta
primero para dejar lo mejor para el final, como me decía que había que hacer mi
viejo… (tal vez porque amo los dibujos animados), pero realmente me gustó mucho
a pesar de que estaba doblada.
Mobland. La encontramos de nuevo fuera de las plataformas y
la seguimos anoche. Creo que llegamos al capítulo 8. Mejoró inclusive, tal vez
porque el protagonismo del “Fixer”, Tom Hanks y el de uno de los hijos del
mafioso (Pierce Brosnan, realmente excelente –yo lo recuerdo mucho más como
“bueno” así que este papel lo hace todavía mejor actor que los anteriores—) se
volvieron…, digamos, más atractivos para mí. Hay muchísima violencia (eso
también es Guy Ritchie, claro) y mucha “maldad” (para ponerle una palabra)
porque relata una guerra entre bandas de mafiosos, nada más cruel) pero ciertos
personajes me parecen defendibles hasta cierto punto (no del todo, para nada)
así que puedo…, bueno, acercarme a ellos. Y sobre todo, después de tantas
series que nos desilusionaron, dejamos enseguida, no conseguimos entrar, es un
alivio el buen guion, la buena dirección, las buenas actuaciones, las tomas
vertiginosas… Anoche nos quedamos hasta las 12…, por primera vez en varios
días.
Mobland fin
de primera temporada. Ayer terminamos lo que hay de
"Mobland". Me pareció impactante en todo sentido aunque sea un tipo
de historia (sobre las mafias) que en general rechazo). Tal vez porque hay
personajes que tienen cierta..., no sé, nobleza a pesar de todo. Escondida, por
supuesto (nadie puede ser demasiado eso en ese medio...), pero algo de eso hay.
Y el guion es perfecto, las actuaciones, increíbles, todas, incluyendo un
Brosnan haciendo de terrible pater familias..., cuando yo (por lo menos) estoy
más acostumbrada a verlo de héroe. Quedaron muchas cosas muy abiertas, muchas,
así que supongo que habrá otra temporada. Son diez capítulos.
A Discovery of Witches Temporada 2. A discovery of witches temporada 2.
La terminé anoche. Estoy viendo dos
series al mismo tiempo (cosa que no suelo hacer, a menos que sea una que
comparto con Odi y otra para mí. Tampoco leo dos cosas al mismo tiempo...,
supongo que mi mente es "de a uno y gracias". Pero ahora yo estoy
viendo dos sola porque están poniendo de a un capítulo (sistema que me encanta,
a pesar de que me olvido mucho) una que me gustó hasta ahí pero me divertía (y
sigo así): La edad dorada. The golden age, en Max. Y cuando las comparo, la
fantástica y la "histórica" en cuanto a mostrar un período especial
de la Historia de EEUU, en Nueva York, la distancia es increíble.
Discovery es fantástica..., cada vez me gusta más. Plantea
problemas realmente interesantes y para eso usa la fantasía: hermandad entre
diferentes, incluso diferentes en cuanto a "especies" (brujas,
vampiros, humanos, etc, obviamente un símbolo complejo); cooperación entre
ellas a pesar de todo; ambición de algunos; el problema del poder y de cómo
usarlo; los límites éticos del poder; el miedo frente a los poderosos; la
discriminación y más. Cada vez me entusiasma más... La disfruto mucho. Claro
que yo soy de las que aman las "de amor", esas parejas desparejas que
resultan bien (tal vez porque en otro sentido, menor si se quiere, esa fue y es
mi pareja todavía; o porque es un tema que nunca supe contar pero amo ver contar
a otros), pero no es solamente eso y ahí es donde me entusiasma, como me
entusiasmó Outlander (falta una temporada, la estamos esperando).
La edad
dorada es una pavadita bien filmada,
bien trabajada y tontita en muchas cosas. Superficial hasta el fondo (con
perdón del oxímoron) pero me divierte. La veo mientras la critico..., y me hace
reír por esa superficialidad aguda. Por ejemplo, la cuestión racial..., está
buenísimo que aparezca en una historia del XIX, que se plantee pero me parece
tan pero tan superficial... Y sin embargo, recuerdo a los personajes, los sigo,
vuelvo a ser algo infantil al verla. Y me hace bien en este clima inclemente en
todo sentido: climático (horrendo), económico (uffff) y por supuesto, político
(ay). Y creo que, a mis 67, una aprendió ya a aferrarse a lo que puede para
respirar en la congelación.
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