20 de enero de 2015

Momentos inolvidables del viaje: descubro que en un noventa por ciento tienen que ver con encuentros con los animales. Buenos encuentros:
-Las orcas. Eran cuatro. Dos crías, dos mayores. Estaban metidas en una pequeña caleta al final de la gran Caleta Valdés..., y la usaban como una pileta. Ensayaban subirse a la playa (por desgracia la más alejada del lugar en que estábamos) como hacen para comer frente a las colonias de lobos marinos. Creo que les enseñaban a las crías. Estuvieron haciéndolo mucho rato. Se les veían las aletas negras puntudas y de a ratos, todo el cuerpo, cuando salían o casi saltaban o hacían ondas como delfines gigantescos. Cuando se cansaron, enfilaron las cuatro juntas hacia la única boca de la caleta y se fueron. Y nosotros nos fuimos también. Fue como si hubiéramos charlado.
-Sacamos con la máquina unas fotos y filmamos a un pájaro que estaba muy, muy lejos, arriba, un pájaro grande que creímos un águila, uno de esos pájaros mágicos que juegan con el viento. Cuando miramos las fotos al volver al hotel..., era un cóndor. Un gran cóndor negro con las alas abiertas en enormes dedos, inmóviles.
-En la ruta solitaria del Lago Roca, cerca de Calafate, había una liebre que había matado un auto (nosotros nos las arreglamos para no matar nada, creo, ni siquiera las perdices que cruzaban las rutas al atardecer, era difícil). Alrededor había cuatro o cinco chimangos. Nos quedamos más atrás, mirándolos y filmándolos. Una escena roja, sí, pero en algún lado, de otro mundo, un mundo que entiende mejor los ritmos del planeta. De vuelta le saqué fotos a un aguilucho que esperaba en un árbol a que nos fuéramos para hacer lo mismo.
-Guanacos. Los había visto mil veces y volví a verlos mil veces pero esta vez cruzaron la ruta frente a nosotros dos veces y los vimos muy de cerca y vimos dos machos peleándose y un bebé que tomaba la teta y una vez los vimos saltar el alambrado como si tuvieran alas.
Además de los animales:
-El Chaltén y el Cerro Torre, que durante dos días nos eludieron, se mostraron después y los vimos muchas veces, desde distintas caminatas y senderos, rodeados por muchos idiomas humanos y de animales.

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