10 de diciembre de 2015

Crónicas de la Plaza


Una reflexión sobre encuentros. Encontré a dos alumnas, dos estudiantes (cuyos nombres no reconozco, pero sí las caras). Se me acercaron, me abrazaron, una con una beba hermosa y diminuta y dormida. ¡¡Profesora!!, dijeron. Nos mirábamos fuera del lugar de siempre, fuera de la Facultad, en otro papel, nos encontrábamos de nuevo, nos reconocíamos. Eso fue hermoso y yo, que no milito en lugares organizados, no es lo mío, busco eso cada vez que voy, que vamos a una marcha, ese encuentro. Ese caminar en un mismo ritmo con otros. Ese mirarse con confianza, más allá de la timidez, de ese esquivar los ojos que es el caminar de los demás días. Por eso, creo, cuando me iba por la Avenida de Mayo, caminé por el medio de la avenida, porque eso me recuerda la primera vez que lo hicimos, mi vieja y mi viejo estaban conmigo todavía..., era en tiempos de dictadura, en la primera de las marchas de fines del 82, principios del 83, y yo le dije a mamá que era hermoso caminar por ese espacio prohibido a los peatones que es la calzada ancha, mirando las fachadas desde un lugar inédito. Por eso, para no olvidarme.


Vuelvo de la Plaza. Fui sola, Odi no podía realmente. Fui en representación de los dos. No entraba un alfiler. Ni uno. Caminé por última vez para apoyar a un gobierno que fue el mejor de mi vida por la Avda de Mayo y después hacia la Catedral, con una amiga, Euge. Vimos a varios conocidos, vimos banderas, todo el mundo sonreía a medias, algunos lloraban. Todos nos mirábamos con cuidado, como para reconocernos. Me encontré con dos amigos al costado de la Catedral, y ahí nos quedamos, sin escuchar (ahí no se oía) más que el rumor y el silencio de todos y los gritos y el aplauso constante y las caras y los bebés. Una joven con una nena muy chiquita me dijo "¡Profesora!! y nos abrazamos. Después encontré a otra... Yo soy tímida..., no suelo ir hacia el otro, ella vino hacia mí y nos abrazamos también. Hablamos de alegría, de una alegría que por un tiempo, se termina. Después me fui. Me despedí de mis amigos y me fui hacia el subte. Me sentía menos sola. Eso era lo que había venido a buscar. El discurso voy a escucharlo ahora. Allá, no pude pero no me importa. Las fotos, enseguida.





Balance
 En 2001, todo se fue al diablo. Nos arreglamos como pudimos y por supuesto podemos más que muchísimos otros, nunca el espanto que enfrentan los que están al borde de la nada. Pero fue así. Yo no había votado a la Alianza. Había leído demasiado sobre De la Rúa y los avisos me molestaban muchísimo (la policía a su alrededor; el "para todos" sin decir qué...) Al revés, con Chacho Presidente, los hubiera votado, claro. Así no. Después, marché, muchas veces. En 2003, estaba lejos, en un viaje de laburo, en EEUU, nada menos. Pero cambié todo para volver al ballotage que no fue. Y no creía. Para mí Kirchner era Duhalde, que vive en mi barrio (o vivía). Solamente eso. Y después creí. Creí con la Corte (que ahora se porta de lo peor) pero que tuvo a Zaffaroni y que, sin duda, era mejor que el desastre de la Mayoría Automática. Creí con el cuadro de Videla y fui por primera vez a un acto oficialista y lloré en la ESMA. Y después temblé durante mucho tiempo: con Blumberg, que a pesar de que la mayoría de mis conocidos de entonces firmaba, me revolvía el estómago con su deseo de bajar la imputabilidad y otras medidas tan, tan de derecha; con el "campo", cuando fui a Congreso mientras ellos iban a Palermo; y cada vez más. Cada vez más. No hago la lista pero la conocemos (desde la Asignación a YPF al ALCA). Quizá para mí el punto máximo fue esa caminata de Chavez, Kirchner, Cristina Fernandez, Evo Morales, Correa, por la Plaza de Mayo, entre la gente. Eso era la utopía.
El voto de esta elección, no lo entiendo. No lo entiendo aunque no soy sciolista y Scioli sigue sin gustarme, no me cabe.
Así que hoy, a la Plaza, y después, no sé, nos acostumbraremos otra vez a las marchas desde el otro lado y a no enorgullecernos cuando habla alguien en nuestro nombre por el mundo (como me pasaba con Menem, porque Macri, es Menem, por eso la anáfora)... Por ahora, duele.

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