23 de febrero de 2016

Colibríes. Este año tardé en poner los lugares para que tomaran el almíbar pero llegaron de todos modos. El que hace la guerra a los demás, detenido en una ramita sobre mis dos bebederos es verde claro, opaco. Y cuando pelean se oyen los picos que chocan. Hay uno que amo, uno que es negro azul, como los caballos azulejos, brillante y bellísimo pero no consigo ninguna foto porque el otro lo echa. Y también está el que viene siempre (él o algún pariente), grande, con manchas blancas en el cuello y la panza. Todos son capaces de mantenerse en el aire durante un rato muy largo y yo les miro las alas invisibles y los oigo hacer ese ruido tan de ellos, un ruido más de insecto que de pájaro. Hay pisos, siempre lo digo. Abajo están ellos, más arriba, los loros y por encima los caranchos y las golondrinas. Vi una única vez a las garzas. Siempre tengo visitas en febrero.

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