15 de febrero de 2016

Febrero

Todos los veranos
me siento a mirar
las rutas infinitas
de los pájaros.
No puedo evitarlo.
Y en este, sé algunas cosas.
Tienen cuatro puntas:
un lugar y otro,
arriba y abajo.
Y son muchas.
Porque los pájaros son muchos.
Las torcazas
como gotas de gris;
las plumas hábiles
de las calandrias;
las golondrinas, que dibujan
arriba, muy lejos, la alegría;
los loros que flotan
como nadan en el cielo como culebras con alas.
Y yo,
sentada a pensar
mis palabras,
me distraigo
en ese otro lenguaje
antiguo,
tanto
más hermoso.
Me distraigo
y en ese vagar
detenido,
encuentro por fin el rumor
de este febrero tibio.

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