2 de febrero de 2016

Palabras robadas
Las conocíamos, sí.
Guardábamos esas palabras
en rincones calientes.
Las llamábamos
nuestras.
No eran poesía
pero sí,
porque decían esperanza.
Revolución.
Alegría.
Libertad.
Mis viejos
las habían usado
igual.
Revolución,
dije.
Alegría.
Ahí se mueven ahora,
en mástiles de otros.
Los mismos
sonidos
gritan,
gritan como entre nosotros.
Lo que dicen
es tan distinto.
Lo que dicen
fabrica una pared
entre cada uno
y el que sigue, de pie
sobre la calle.
Lo que dicen
arde
sobre la piel asustada.
Las conocíamos, sí.
Pero ahora los rincones donde
las guardamos
están fríos.
Revolución.
Alegría.
De esas palabras, hablo.
Ahora dicen
lo que ellos quieren
que digan.
Duelen
entre los dientes,
como si no fueran
las mismas.
Como si ya
no pudiéramos decirlas.

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