2 de febrero de 2016

Anoche, en el cable (yo no miro de otra forma, o rara vez, y siempre con otro que me ayude...), otra sobre los préstamos subprime y los CDO y demás, pero en lugar de la fabulosa (repito, fabulosa) yanqui La gran apuesta, esta era inglesa. En general, me gusta mucho el cine inglés. Se llamaba Caída libre (por lo menos en castellano) y esta sí que era... horriblemente moralista y realmente mala porque en el afán por decir lo que quería decir sobre el desastre (visto desde el lado inglés, europeo, claro), bastardeaba la lógica narrativa. Y eso no sirve. Nunca. Salvaba (sin sentido, sin explicar) a la familia víctima, la que pide el préstamo y por supuesto, se queda en la calle... Me parece bien la intención, pero eso no se hace. Y hacía caer al más feroz de los operadores... Lo único que tenía sentido era que el vendedorcito con buena pinta siguiera adelante como si nada en la etapa siguiente. De tres historias, cerraba una. En fin... Me hizo acordar esa vez hace millones de años cuando leí un cuentito sobre Caperucita, creo, modificado por supuesto, en el que sin razón, sin sentido, decía que "Caperucita se lavó la cara pero ella se lavaba hasta más atrás de las orejas"... Y yo pensé, creo que por primera vez en mi vida, que eso estaba mal, que no llevaba a ninguna parte, que no tenía sentido. Yo creo en el "mensaje" (como se decía antes), es más: no me gusta la literatura sin mensaje, la de superficie solamente, la posmo... Pero no así, solamente cuando ese "mensaje" y la lógica narrativa van juntas, bien, de la mano. Solamente así.

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