8 de marzo de 2016

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En una de esas librerías de saldo, a donde van a parar los libros semi usados, los que nadie compró, los que ya se releyeron mil veces, El Negro Viglietti va directo a la parte de Ciencia Ficción. 
Ya nos conocemos los rincones de la librería, es tan pequeña que no cabemos dos personas espalda contra espalda, en ninguno de los dos únicos pasillos que tiene.
Yo suspiro y lo miro al Nico, consciente de que ninguno de los dos cobró, de que es inútil endulzarse los ojos, llenarse los pulmones con olor a libro viejo, de... de repente siento ese llamado, miro hacia un costado y sé que ahí están. 
Casi diez años atrás me pasó lo mismo: tres libros me llamaron desde un rincón de una librería mucho más grande. Eran los tres de la Saga de los Confines. Amo esos libros. Los releería cada vez que pierdo las palabras.
Pero esta vez, eran los tres primeros de otra saga: Historias de los Cuatro Rumbos. Me llamaron, los escuché, los agarré en mis manos y no dudé en tocarle el hombro al Nico "estos me los voy a comprar en cuanto cobre".
No sé de qué se tratan. Sólo leí los títulos, miré los dibujos de las tapas, leí el nombre de la autora: Márgara Averbach. Pero sé que me llamaron, sé que me estaban esperando.
Esta semana cobré y fui hasta el estante de la pequeña librería. Estaban separados, desperdigados, como si se hubiesen escondido para no irse con cualquiera.
Metí la mano entre los libros y los rescaté a los tres, sin dudarlo, segura de que me esperaban. 
Ahora están acá, quizás me prenda con el primero más tarde... y quizás el mes que viene me vaya a cazar al cuarto libro que me falta. 
Veremos que nos encontramos en estas páginas, veremos, entonces, por qué me llamaban

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