29 de julio de 2016

Ayer, dieron otra vez Nebraska en el cable. Yo estaba sola. Una vez vi el final, nada más, tal vez algún momento intermedio. Qué película maravillosa. Me gustaron los silencios y las tensiones y los diálogos absurdos y cotidianos y la forma en que, incluso cuando hace esas películas, digamos, lerdas, el cine estadounidense (lo lamento, es de lejos el que más me gusta..., ese y a veces, el inglés y algunas películas africanas) se las arregla para no ser aburrido. Digo, para mi gusto, sé que hay otros. Se las arregla para llevar la historia también a lo social, no solo a lo psicológico. Y en estas películas (no las del mainstream, claro, esas no), para dejar ver algo de la complejidad de los personajes, sean simpáticos o no. En este caso, la madre, la mala de la peli (otra costumbre del cine estadounidense: esa visión de las mujeres aunque acá hay un personaje contrario, bellísimo, secundario). La madre que es un horror pero también es necesaria, una espada para levantar frente a los egoístas. Me encantó. La había querido ir a ver al cine pero seguramente me pasó algo parecido a lo de Rara en estos días: me la perdí y me la perdí del todo, por años.

No hay comentarios: