5 de agosto de 2016

Todas las mañanas, la proveedora, yo, baja la escalera desde la noche y los tres, el perro y los dos gatos, que no se llevan bien, por cierto, bajan conmigo en cascada. Me divierten los cruces, el apuro, la forma en que el gato viejo me espera para que lo levante en brazos, la forma en que el perro espera frente a la puerta y la gata joven espera el momento de lanzarse a toda velocidad a la seguridad de la ligustrela. Saben lo que se viene. Comida. Y me esperan, a mí, que me levanto más tarde, arriba. A veces, si se impacientan, los gatos se me paran sobre el cuerpo y ronronean para despertarme y Sandokán me apoya la trompa fría en la mano o la cara. Me río. Y como soy de las que hablan sola, cuando estoy sola, siempre cuando bajo dijo ¡¡Cascada de perros y gatos!! Y pienso que así vale la pena empezar el día.

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