9 de septiembre de 2016

Volví de Neuquén, de la presentación de Guitarras (ver abajo) y de hacer algo en la Feria del Libro de esa ciudad. Antes que nada gracias, a los que vinieron a vernos (somos tres las autoras de la presentación de Ruedamares, una editorial de Neuquén que se animó a empezar con juveniles, gracias Cris Ramos), a los organizadores (elijo a Teresita Valdettaro como representante de ellos pero conocí a muchos), a Neuquén que estaba hermoso con tanto sol y poco frío, como si me hubiera querido abrazar (yo venía de la lluvia..., como el título del nombre del libro del que salió mi nombre). Y cuento dos encuentros cercanos del tercer tipo, uno maravilloso y otro que no. Me encontré en el avión de ida con uno de los fiscales de las causas de lesa humanidad. Voy a intentar un contacto porque fue una delicia ese viaje con esa conversación, con esas ideas, con ese jugarse por lo que creemos mucho... Ese fue el bueno, claro. Nos hicimos casi amigos y yo, que odio los aviones, hubiera querido un viaje un cachito más largo... El malo tuvo que ver con opiniones de defensa de personas en el gobierno que realmente son nefastas (desde mi punto de vista, claro) y cuestiones por el estilo. Me sentí muy, muy fuera de lugar en ese lugar. Como suelo hacer, no abrí la boca (no es lo mío el debate y por suerte, nadie me preguntó porque si me preguntan, digo lo que creo, siempre) y me fui apenas pude. O sea: sí, señores, la grieta existe, como existía antes, ahí sigue, y cada uno tiene derecho a estar del lado que le parezca.

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