26 de noviembre de 2016

Ayer, "Doctor Strange". Antes de decir nada, algunas aclaraciones: 1. Las de superhéroes no son mi género. Las veo, las veo mejor de lo que veo películas cruentas (ya no lo hago, si puedo evitarlo) o "lentas" en el sentido europeo de la palabra, la verdad sea dicha, pero no son mi género. 2. Benedict Cumberbatch me puede..., absolutamente.
Una vez aclarado eso digo: me divertí, el arte me pareció muy bueno y muy relacionado con los 60s y 70s, realmente pasaba de todo y era muy entretenido, los lugares eran fabulosos y los efectos especiales impresionantes (muy al estilo de "Inception", edificios que se derrumban y se deconstruyen, habría que estudiar eso con mucho cuidado desde lo filosófico, creo... pero no es para mí, el contraste entre la deconstrucción alrededor de los personajes, ese paisaje de escaleras que cambian de dirección en tres dimensiones, y la seguridad con que caminan los magos que están produciendo el efecto en medio del caos es fascinante). Pero es una película sin drama, fría como el hielo. Y yo necesito drama. Me estoy dando cuenta de que seguramente es eso, lo sentimental, digamos, para usar una palabra odiada que yo amo, lo que me separa de ciertos críticos cinematográficos, que aman lo seco, lo distante, lo que no implica identificación. Yo, por el contrario, lo necesito. Así que a pesar de dos críticos de la radio a quienes respeto y, ¿cuándo no?, los de Página 12, con quienes, siempre lo digo, casi nunca estoy de acuerdo, nada de 8. Para mi es un 6, y tal vez sería menos con otros actores.

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