5 de noviembre de 2016

Ayer, El contador..., con el horrendo actor que es Ben Affleck (buen director, eso sí, pero este no es el caso). La película es lo que me habían prometido: acción, de la buena, mucho suspenso, vueltas de tuerca, todo eso que en general disfruto. Me indignó. En el fondo del personaje (que tiene una forma baja de autismo o algo así), hay una discusión sobre educación: Paulo Freire (representado por un médico que aparece un poquito al principio y otro poquito al final) versus el padre del chico, un militar (nada menos) que cree en disciplina, agotar a los chicos haciéndolos pelear, puro, para decirlo con palabras bien macristas "basta de la pedagogía de la piedad". Y la conclusión de la película es que... o tienen el mismo nivel de éxito en los chicos (eso dice en los últimos cinco minutos, solamente cinco) (y eso en el mejor de los casos) o (durante todo el resto), la verdad es que la disciplina funciona y fabrica héroes (y villanos también, claro..., pero siempre los héroes necesitaron a los villanos y los entienden). El nivel de violencia es altísimo... Y la forma en que se repite el mito básico violento de los EEUU, el del western también: el héroe es un elegido que va a arreglar todo con violencia, un diferente que tiene un código y enfurece cuando alguien lo quiebra y entonces mata. Mata mucho. Uffffffff, no digo que no sea divertida pero me molestó profundamente. Eso sí: para Ben Affleck está buena la película porque no tiene que expresar mucho. Eso le sale bien.

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