10 de febrero de 2017

Palermo. Lo que aprendí en Palermo, además de dejarme ir por las callecitas y pasar de un mercado a la Catedral, de la Catedral al Palacio, del Palacio a los teatros enormes y después al puerto en colectivo gratis, fue historia. Y me sentí feliz porque se me unieron dos capítulos de Historia que no había unido, que tenía colgados y separados unos de otros. Como se hacía antes en Historia (una carrera que casi estudié y que sigo queriendo), no había levanto la vista para ver en general, para unirlo todo, para la mirada holística que siempre pregono y no siempre ejerzo (la tendencia a dividir todo viene del siglo XVIII y es difícil resistirse porque así nos formaron, en fin). Cuestión: los normandos. Para mí eran los atacantes de Inglaterra en el 1000 y pico y vistos de ese lado, no sé, no había pensado que en ese mismo tiempo (es evidente que estaban en expansión) llegaron a Sicilia y armaron una cultura múltiple, que aceptó el aporte árabe y levantó las tres catedrales fabulosas de ese estilo en Palermo (Capilla Palatina); Monreale y Cefalú. Eso, además del Palacio Normando y otras estructuras en las que es evidente la influencia árabe y la belleza árabe.
El día que caminamos por Palermo, los dos solos (las chicas fueron por su lado), vimos primero la Catedral (una belleza de afuera, de adentro no tanto), los ladrillos adornados y bellos, las almenas, todo hablaba de África. Salir de una callecita cualquiera y encontrarla fue un "¡Ah, bueno!" que nos salió a los dos y una sonrisa y no poder parar de fotografiarla. Del frente era todavía más impresionante y después caminamos hasta el Palacio y vimos la Capilla. La Capilla Palatina tiene una belleza tan impresionante que asusta. Es barroca, sí, pero no como la iglesia del Mercado que mostré antes sino con el barroquismo perfecto, claro, luminoso, lleno de representaciones geométricas además de las figurativas y de color y de una alegría intensa y compleja que deja sin aliento. Después de eso, la de Cefalú y la de Monreale me gustaron cuando las vi, pero ya no fueron sorpresa. La creatividad de los esquemas geométricos hechos con mármol es... infinita. Y si es cierto que Ruggiero, el rey que lo hizo, escondía su musulmanismo..., bueno, la historia ha dado una vuelta cuando se piensa en la tragedia de ese mar convertido en tumba y en las barcazas que se hunden y los muros que quieren levantar.
Palermo continuará.



















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