21 de julio de 2017

Ayer, creo, o anteayer, mi hija me contó que una señora más o menos de mi edad la paró en la calle y le preguntó si tenía algo que ver conmigo porque ella es igual a mí a la edad en que esa mujer y yo nos conocíamos y viajábamos a la Facultad juntas en el Roca (o sea que fue antes del 81, cuando terminé de cursar la Facultad)... Me impresionó cómo el cuerpo encuentra una forma de perpetuarse, de repetirse..., de seguir siendo a pesar de todo. Y no, tiene razón ella, no me acuerdo quién es... Mis amigas más cercanas en la Facultad, Mónica y Mabel, eran de Capital y no viajaban conmigo. Y soy mala, mala, mala con los nombres..., tanto que a veces me preguntan por un personaje de un libro de hace unos años y no sé quién es si no me aclaran qué hace o algo (a menos que el nombre sea simbólico, ahí me acuerdo, claro). Pero gracias a quien sea por el recuerdo, por la magia del encuentro a través de otra persona, por ese pliegue en el tiempo.

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