28 de octubre de 2017

Ayer, The Beguiled, El seductor le pusieron acá. No estoy de acuerdo con el título, empecemos por ahí: el centro no es él (Colin Farrell, delicioso, la verdad, ¿cómo no volverse locas con alguien así?) sino ellas. Ellas, las seducidas... Como sea, en esto fuimos por dos lugares distintos, Odi y yo: a mí me gustó mucho la película (y eso que no me gustaron ninguna, creo, de las anteriores de Sofía Coppola; me ofendió Perdidos en Tokio, excepto el título que me pareció excelente Lost in Translation; me ofendió María Antonieta, no me gustó Las virgenes suicidas..., etc, o sea le desconfiaba muchísimo). Creo que está bien pensada, desde el ritmo a las fotos de la naturaleza tropical del Sur de los Estados Unidos, el vestuario, la casa, las escaleras, las llaves, las telas de araña y que todo está cuidado, los gestos, las actuaciones perfectas, la tensión en aumento, la música, la comida, los rituales que tratan de tapar los ruidos de la batalla que se escuchan afuera, ese universo cerradísimo y terrible, la circularidad evidente que tiene que ver con recoger hongos al principio y al final, ese encontrar y después desechar. Toda una pintura del deseo..., del amor, del desamor. Odi se aburrió. Tal vez, se me ocurre, es una película para mujeres. A mí, me gustó mucho más que la primera versión, la de Clint Eastwood, además de que Farrell es más el tipo de hombre que yo siento como irresistible que Eastwood (pero, claro, eso es personal). Primera vez en un tiempo que veo algo que me gusta en el cine. Últimamente no pasa aunque el solo hecho de ir a mí me hace bien, sobre todo en este año...

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