17 de diciembre de 2017

Bueno, ayer el cable, claro, vimos Rogue One, una historia de Star Wars. Con esa serie me pasa como con ciertos humoristas muy sacralizados que a mí nunca me gustaron ni me dijeron absolutamente nada...: lo lamento, nunca me gustó. Nunca me enganché, no me interesa. Cuando vi las primeras tres que salieron (4, 5, y 6, digo, las que son como cine de culto), no me movieron un pelo. Todo era muy pero muy infantil y al mismo tiempo pomposo. Yo amo las historias de los dibujos animados, voy a verlas pero esto no... La única que toleré algo es la 6ta pero creo que porque le vi mucho de western en algunos tramos. Nada me gustaba salvo el churro de Harrison Ford... y no como actor. Nunca me enganché ni con la historia, ni con la cuestión místico-religiosa de la Fuerza ni con los efectos especiales. Por otra parte, salvo excepciones, la ciencia ficción no es lo mío. No, Rogue One no me gustó pero fue mejor que las que vi antes. Por lo menos era menos el elegido y más el grupo, como me dijo mi hijo, y era una única historia y no doscientas mal relacionadas (cosa que yo sentía con las demás). Y el final infeliz..., bueno, tenía sentido...

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