6 de diciembre de 2017

Después de Trapani, íbamos a Agrigento, a ver los templos griegos, sobre todo (ni siquiera entramos a esa ciudad, nos quedamos en una casa de las afueras, cerca del parque al que no podíamos llegar, era increíble, algo así como Alicia y el jardín de la reina). Pero en el camino íbamos a ver dos cosas: las salinas de Trapani y Marsala. Las salinas, nos las perdimos o casi (apenas unas fotos desde la ruta, sin parar), la "tra non molto" no nos llevó bien, no supimos cómo buscarlo..., seguimos de largo. Pero Marsala fue hermoso. Mientras T se quedaba en el auto (no se sentía bien), estacionamos cerca del mar y caminamos hasta la parte antigua. Y es una ciudad increíble: hay un mercado con arco de entrada, una especie de plaza cerrada con dos árboles mágicos y una fuente en un cuadrado con piso de mármol y las calles..., las calles tienen piso de mármol. Las cúpulas tocan el cielo en todas partes. Hay algo..., detenido y al mismo tiempo fluido en el aire. Esa parte de la ciudad, sobre todo la fuente y los árboles parece un lugar con un carácter indefinible y sin embargo decidido... Blanco, sin duda. Claro. Fue un ratito pero yo no me olvido. Del vino, no digo nada: no lo probamos y seguramente, como siempre que tomo bebida alcohólica, lo que para otros es "dulce" para mí es demasiado amargo... O sea, dudo que me gustara. Ah, el cine, lejos, frente al barrio, me impresionó la soledad del lugar y ese tono a Cinema Paradiso, a cine de pueblo...


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