Trabajador,
por Márgara
Averbach
Cuando todos se van,
nos sentamos
en la playa
a ver
cómo se escurre
el sol
entre los granos de arena.
Él levanta la
sombrilla
y sube por el camino
hacia la ciudad abierta.
Después
se
pone ocho sillas,
una tras otra,
sobre la cabeza.
Se le dobla
la
espalda joven
y vieja también, anciana,
cuando se aleja.
Eso quería
contarte.
Eso,
apenas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario