5 de abril de 2018

Bueno, terminé She's Gotta Have It, en Netflix, de Spike Lee. Spike Lee para mí es un director enorme (con películas irregulares; algunas, inolvidables; otras, bue...). Esta serie es distinta de otras porque él dirige del primero al último de los diez capítulos. Como siempre, es un canto a un barrio negro, Brooklyn (We're Brooklyners, cantan en los títulos, con fotos maravillosas de ese lugar), esta vez con una mujer como protagonista. Es un alargue de la película, sí, y frecuentemente los personajes miran a cámara y nos hablan, lo cual me encanta; hay un trabajo inmenso con los colores, hay mucha reflexión sobre la relación entre el arte y la vida; el arte y la política (con todo eso estoy de acuerdo...) y hay en el anteúltimo capítulo, creo, o el anterior, un rap sobre Trump que es para recordar, compartir, etc. (Lástima que no sé hacer eso). Me gustó muchísimo aunque yo, amante de las historias, tengo que reconocer que no cuenta una historia con clímax, momentos en que no se puede dejar de mirarla, nada de eso. Es más bien el retrato de una vida negra en los EEUU, una vida heterodoxa, una mujer con tres amantes que quiere vivir así... y los quiere a todos y es artista y trata de salir adelante y tiene problemas de dinero. Eso hace que no sea como esas series tensas que suelo mirar (policiales, sobre todo), en las que una quiere seguir mirando siempre y saber qué pasa después. Esta es de las que se pueden mirar y seguramente volver a ver y dejar en el medio y así. Algo absolutamente distinto, como las de Bahz Luhrmann, otro que amo.

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