13 de abril de 2018

Hoy, en página impar, todo un artículo de una página sobre la marcha de los profesorados, una columna de cinco cuadras, decía el artículo de Página 12.
Ayer, en esa marcha (me quedé hasta las 7,15, desde las 5, después me fui, no me daba más el cuerpo), caminé con amigas y amigos y compañeros de trabajo y estudiantes, juntos, por Corrientes hacia el Obelisco. Inolvidable la sensación de andar por el centro de la calle mientras cantábamos "Mauricio, a ver si nos entendemos, los terciarios, en la calle decimos que no queremos", entre otros cantitos. Cuando llegamos al Obelisco (y yo creo que nunca había marchado por la avenida de los teatros, siempre marché por Avda. de Mayo), de pie en medio de la 9 de julio, en el cruce de los cruces, en ese lugar que en general nos está prohibido cuando somos peatones, recordé con Dani la primera marcha a la que fui: la del 30 de marzo de 1982, justo antes de la Guerra de Malvinas. Para mí, de 23 años, calculo, caminar así por el espacio prohibido desde donde se ven las dos orillas de una avenida era un alivio..., era como recuperar el aire perdido durante siete años de dictadura, como respirar por fin, después de horas de encierro. Me acuerdo de que yo, que soy tímida, abrí los brazos y di una vuelta en redondo. Ahora no lo hice pero tenía ganas y cuando cantaba (mal por supuesto), lo hacía casi gritando...

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