21 de octubre de 2018

Ayer, solita, me fui a esa función privada a ver de esas películas que me parecen que van a gustarme: una historia chiquita, sobre un nene que se queda totalmente solo a los 16, y se aferra a un caballo (nada menos, yo también lo haría, siempre, lo hice cuando era diminuta). Acá le pusieron "Apóyate en mí", muy fea traducción del título, que es el nombre del caballo: "Lean on Pete" (apóyate en Pete), "Pete" más corto a veces. El caballo ocupa la parte central de la película pero el título, si estuviera bien traducido o le hubieran puesto, por lo menos "El caballo", dice mucho sobre su importancia. Está maravillosamente trabajada, los diálogos son hermosos, Steve Buscemi, papel menor pero excelente. Hay algo de western en ella, porque el viaje que hace el chico, Charley, es hacia Wyoming, hacia Laramie, nada menos. Y porque es una búsqueda de la felicidad y porque el dinero está muy involucrado (nada que ver con la búsqueda de oro del western pero el dinero está en el centro por la falta). Es trágica, terrible y se da el gusto (y me da el gusto a mí) de terminar mejor de lo esperado..., lo cual me hacía falta, y además no borra la crítica dura y terrible que se hace a una sociedad que abandona a los de abajo, a los débiles, o les propone soluciones espantosas. Yo hubiera terminado un poquitito antes... pero la verdad es que la disfruté muchísimo. Claramente, uno de los cinco que éramos en la sala (cuatro mujeres, yo la más joven y un hombre), el hombre, se fue por la mitad. Claramente, pensé yo, gustos son gustos y está todo bien.

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