8 de octubre de 2018

La patota. La vi en el cable del hotel en Rosario (Odi ya se había dormido). No me hubiera animado en el cine porque yo sufrí hace muchos años un intento de violación, si lo pienso, tal vez dos, y no voy al cine a ver ese tipo de películas, no las tolero. Pero la vi y me pareció realmente buena, una película que hace pensar, más allá de las buenas actuaciones, las tomas, el guión. La patota (Pauline, es otro título) es una película que plantea lo implanteable. ¿Me dedico a perseguir a los culpables de mi violación, de mi espanto como mujer? ¿O privilegio mis ideales de igualdad social? No digo más, el planteo es mucho más hondo y difícil y es importante. Es la pregunta más difícil frente a un caso así y está bien hecha. En cierto modo, me hace recordar la horrible pregunta de Disgrace, de un Premio Nóbel que no me gusta (no es lo mío, como Lucky), Coetze. Vale la pena seguramente porque la respuesta no existe o no es fácil llegar a ella.

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