20 de julio de 2019

Día del amigo. No es que yo le dé importancia, no. Pero sirve para recordar que yo, para quien (y lo digo siempre) la amistad fue siempre bastante inalcanzable, un sueño que tenían otros (creo que muchos de los que pasamos por cierto bullying o soledad profunda, en mi caso en la adolescencia, la mala edad, sentimos eso), a pesar de todo, tuve amigas. Amigos no, o no creo. No los recuerdo de la misma forma. Amigas sin duda. Y que de alguna forma siempre las tuve de a una o de a dos. Algunas se fueron y no volví a verlas. Con otras, tomamos caminos diferentes, para usar el cliché y entonces, como dice un autor que no recuerdo, cada una pasó a otras habitaciones, a otras compañías, a mirarse en otros ojos, a escuchar otras palabras y entender y discutir otras ideas. A saber otras historias. Grupos, no tuve. Ninguno de esos grupos que amaba en otros y que aparecen tanto en mis libros. Yo fui "amiga" siempre de a dos o de a tres (como mucho). Hay nombres, por supuesto, pero no voy a decirlos. No me parece lógico. Lo que sé es que una de las cosas más bellas de la vida es la charla de a dos, en un café, en una plaza, en sillas, esa charla sin temas en la que los temas vienen solos cuando importan y sobre todo, cambian profundamente, son otros cuando la charla termina. Eso es crecer. Y por eso, gracias, amigas.

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