Boy Swallows Universe. En
algún momento, como no conseguíamos seguir con la cuarta temporada de Slow
Horses, volvimos a Boy Swallows Universe,
la australiana en Netflix, una serie extraña, sobre una novela que no leí así
que no puedo compararlas. Hay algo especial en las series de Australia (por lo
menos para mí), en los lugares, en la ropa, en el hecho de que es un lugar sin
nieve, sin invierno, lo cual es un alivio para mí porque hasta el frío de las
series nórdicas me duele. Imposible contarla: contada sería un dramón de
aquellos desde el punto de vista de un chico que va creciendo en el peor de los
contextos: pobreza, el padre borracho, la madre en la cárcel, van
desapareciendo uno por uno los adultos que lo sostienen a él y a su hermano
(mayor pero con más dificultades que él) y él se las arregla (como puede, con
la torpeza de un chico) para salir adelante de alguna forma. No sé cómo hace el
guion para que semejante historia no parezca del todo increíble ni se convierta
en un desastre… Las imágenes de los sueños en los que vuela en el auto por el
universo (que se está tragando, según el título) son bellas y certeras. Me
gustó y eso que suelo rechazar lo que tiene que ver con chicos que sufren, tal
vez porque en medio de esas vidas, también hay alegrías. Como siempre, las
“miniseries” o “series limitadas” me parecen excelentes. Historias que tienen
sentido de principio a fin. ¿Violencia? Ah, sí, mucha. La parte del bullying me
desespera, como siempre, porque siempre me golpea en el recuerdo.
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