30 de julio de 2025

 The Son. Es una serie con Pierce Brosnan en el Oeste…, tipo década de 1910, no en la fecha más común del western. No estaba acostumbrada a ver a Brosnan en ese género que me gusta mucho y que conozco bastante pero ahora ya van dos veces que lo veo de “vaquero” o “patriarca” en un rancho. La serie es interesante empezando por la fecha (corrida de la más común, entre 1865 y 1900), pero hay mucho más que eso. Transcurre en el Sur de Texas después de la Guerra con México, en un lugar donde había indios todavía (comanches, en este caso) y también un odio grande entre los mexicanos que siempre habían estado ahí y los recién llegados estadounidenses, que habían ganado la guerra y se habían quedado con lo que antes era México. Y por lo tanto hay tres lenguas: inglés, comanche, mucho castellano. Eso, ya, me atrae.

La serie está contada en dos tiempos: la adolescencia del personaje de Brosnan (Eli) y su madurez-vejez, cuando ya es poderoso y cruel cuando siente que eso hace falta. Se llama “El hijo” pero hay dos: él mismo en esa adolescencia y su hijo en el “presente” en el que se cruzan autos tipo Ford T y caballos.

Tiene una violencia casi constante y poderosa, bien filmada (eso es algo que los yanquis saben hacer, claro está),y diálogos muy interesantes sobre dinero, poder, racismo, búsqueda de alianzas, búsqueda justicia. Y hay mucho del western que estoy tratando de traducir ahora, el de Van Tilburg Clark, sobre tomarse la justicia en mano propia (la tendencia del Oeste hasta que se cerró y todavía ahora). Me interesa mucho. La disfruto en parte, me indigna en otras. Lo que siento es que no sé qué quiere decir…, qué quiere mostrar, adónde va. Por lo menos por ahora. De todo, lo que más me interesa es, en la historia del pasado, que se trate de un caso de prisionero blanco, hombre, no mujer. Y de la forma en que se va volviendo “comanche”… 

Final The Son.  Terminamos The Son (El hijo) anoche. Otra serie durísima que es (creo) una metáfora de la relación entre los EEUU y las tribus del Oeste y también entre los EEUU y México, entre los anglos, los amerindios y los latinos. Cuenta dos períodos distintos en un montaje de dos historias paralelas, la del protagonista en la juventud (en la que termina como parte de los comanches) y la de él mismo como patriarca y dueño de un rancho alrededor de 1910, cuando empieza a importar el petróleo y no tanto la ganadería, y su relación con otro hijo, el propio, con sus vecinos latinos y con el dinero. Como metáfora funciona muy bien y el final es devastador, devastador en ambos tiempos. En ambos. En la última escena, el comanche que lo guio (el mismo actor que hace de Chee en "Dark Winds") y el chico (Pierce Brosnan en la adolescencia), ven pasar una caravana desde un acantilado (escena seminal de los westerns) y el adulto le pregunta "¿Cuántos son? ¿Cuándo van a dejar de venir?" Y el chico le contesta: "Son muchos" y Nunca". En la anterior, se ve la derrota terrible de los latinos y la traición de los anglos que quieren quedarse con la tierra.  

Está muy bien hecha, muy bien contada, muy bien actuada en general, mucho cuidado en los escenarios, las tomas, la ropa, el suspenso. Una de las últimas cosas que le dice el jefe de la familia mexicana a Eli, el personaje de Brosnan es que nada lo satisface, que nada le basta en cuanto al dinero. Siempre quiere más. Y esa, claro, es la "libertad" de los liberales y los neoliberales. No debe haber límites. Duele, pero me gustó mucho. Cada vez me gusta más Brosnan en medios en los que yo no me lo había imaginado, como jefe de la mafia, en el Oeste

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