Los loros. Antes, tuvimos palomas en nuestra palmera y yo las quería mucho (sé que hay muchos que no las quieren). Eran palomas torcazas y todavía hay algunas. Mi gata (que ahora, a los quince años, ya no lo hace) subía por ese árbol enorme y traía alguna en la boca. Hasta que se fueron. Ahora hay loros, sobre todo, cotorras verdes y hermosas que bajan a veces y a veces, lo pagan con la vida. A mí me gusta oírlos y sobre todo verlos. El verde es uno de mis colores favoritos y me encanta ver cómo se avisan cuando oyen a los caranchos (otros visitantes ilustres del barrio, que amo por eso, porque está lleno de verde y pájaros). Estas son fotos de estos días, en mi arbolito que después tiene hermosas flores púrpuras, y en los nidos que en el pino enorme que cruzo seguido a cuatro cuadras, donde se ven con claridad. En mi palmera no los veo, están escondidos entre las hojas, muy arriba.
Yo le hablo y algunas veces, me dejan fotografiarlos. Estas imágenes son de los últimos días.
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