11 de septiembre de 2019

Después de semanas y semanas, ayer aprovechamos la jubilación (no creo que yo la haya "aprovechado" hasta ahora, sigue sin gustarme) y nos fuimos al cine en Adrogué, el cine más cercano y decente que tenemos (el de Temperley es todo doblado... noooo). Fuimos a ver la de Tarantino, Había una vez en Hollywood. Yo no iba con muchas expectativas y la película me sorprendió. Aclaro (como siempre) desde dónde vengo: el Tarantino más clásico no me gusta, no disfruto la violencia como estética..., tiene que haber algo en la historia que haga que esa violencia diga algo más allá de la superficie. Hasta ahora, creo que solamente me gustó Django y esa muchísimo porque no sé si hay cosas más violentas que la esclavitud. Fui..., bueno, decidida a no mirar ciertas partes y salí super satisfecha. Con ese filtro en mente (no se olviden los que aman al Tarantino de Pulp Fiction), esta me pareció hermosísima. Habla de Hollywood y el cine y de la época en que murió Sharon Tate a manos de los locos de Charles Manson. La misma época en que EEUU atacaba Vietnam..., y eso se dice varias veces. 1968-69. Y la película dice lo que dice con claridad y por si las, lo aclara con una instrucción de lectura casi al final donde una de los "hippies" (resiento un poco que los únicos hippies que aparezcan sean esos, el hipismo es un movimiento que sigo amando), dice que están matando a los que les enseñaron la matar, los que hacen la televisión (donde esos jóvenes vieron asesinatos, "en todos los programas menos Yo amo a Lucy"). Interesante, la relación cultura popular (y fábrica de dinero, que es Hollywood) y lo que el país hace y fabrica (desde guerras a torturas a amor por el dinero). Es una historia entre dos amigos, el personaje de Brad Pitt y el de Leonardo Di Caprio (un genio maravilloso, como siempre, PItt bien también), y además, en las pocas de Tarantino que vi..., hay un personaje como los que yo quiero, uno que es..., a su manera, "bueno", "buen tipo"... y eso es una alegría. La historia es larga y para mí hermosa y bien llevada (no me pareció larga) y tiene de todo, desde humor a terror y juega muchísimo tanto con las ilusiones fabricadas, incluso las de los actores o artistas, como con lo que una sabe que pasó con Sharon Tate. Hay algo de individualidad heroica, claro, pero eso es Tarantino, todo bien, lo sabemos. Y hay escenas antológicas: para mí, las que pintan la vida del personaje de Pitt; la de Di Caprio en el set con la nenita (impresionante); la de las verdades que le dicen al personaje de Di Caprio al principio (Al Pacino); la maravillosa con Damian Lewis como Steve McQueen en la festichola... Al final, la disfruté muchísimo.

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