12 de septiembre de 2019

Voy al correo. Es cerca, se mudó mucho más cerca de casa últimamente. Primero que nada, odio ese lugar finoli que armaron, donde los números son AC6, DB8, y así..., jamás sabés cuándo te va a tocar, por lo tanto (como soy yo), no podés ni leer. Después, cuando finalmente llegué (tardé muchísimo, como siempre desde que está MM ahí o tiene algo que ver), resulta que la carta con 4 hojas que mandé a España (simple, no la mandé certificada..., porque ni digo el precio) salía 520, 10 dólares, una estafa. Y finalmente, y de esto último se trata: el desprecio de siempre contra los que menos tienen; desprecio, falta de comprensión y barreras de acceso. Una mujer con un bebé y un nene de..., no sé, doce años. Llegan a la ventanilla y la señorita (lo digo con todo el mal tono que tengo) mira el papel que le muestran y dice "No, pero no estás en el sistema, tenés que darte de alta desde tu casa, con la computadora"... No sé qué le dijo la mujer, supongo que eso no lo podía hacer, que no tenía computadora. "Bueno, si no podés, tenés que ir a... (no oí el lugar, ¿un locutorio?) y hacerlo ahí o que te lo haga alguien", y "No, sin eso yo no puedo hacer nada". Por supuesto que no, pero el tono..., el tono era de un desprecio tan pero tan grande como el que yo siento cuando me piden trámites por computadora que yo no sé hacer o cuando digo que no, que yo no necesito computadora ni Power Point para dar una conferencia o una clase... La falta de comprensión, el egoísmo que predican prende en algunos, supongo.

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