31 de octubre de 2012

Hoy, cárcel de Ezeiza. Estoy por quejarme, aviso, y no tengo razón... Volví como si me hubiera pasado un camión por encima. Ya me sentía así antes de irme, a las 4 menos cinco, en el aula..., mientras juntaba las cosas desparramadas por esa habitación de computadoras donde a veces, me toca dar clase (vamos cambiando de "aula" según disponibilidad). Hoy hablamos de una de mis autoras preferidas, Toni Morrison. Y de la esclavitud. Y yo hablé de la forma en que la esclavitud (y la cárcel) cortan los lazos de los que entran en ellas con familia, sociedad, mundo exterior. Lo que ellas habían visto en el libro era exacto y una de ellas había subrayado párrafos que yo no recordaba y que decían exactamente eso. Y en eso, estábamos hablando de ellas, de las visitas, de cómo la extranjera siente que lo que necesita es ver a su familia de nuevo. De cómo le gustaría ir a Guatemala, verlos y volver y volvería si tuviera que hacerlo, dijo. Y la otra dijo que ella recibía una visita pero le hacía daño... Y no lloramos porque la clase existe y hay algo institucional en lo que hacemos a pesar de la precariedad de todo... pero hubo lágrimas... y costó volver a Morrison. Nos abrazamos cuando me fui. Estoy cansada hoy. Mucho. Otro tipo de tormenta

No hay comentarios: