7 de noviembre de 2012

Hoy, clase en el nuevo centro de la UBA en Ezeiza. Lo inauguraron ayer o el lunes, no me acuerdo pero yo nunca había ido. Queda dentro, detrás de muchas puertas y es, en principio, muy lindo, nuevo, con ventanas al verde y las plantas y el pasto, aunque también hay alambradas altas y rejas y caminos que corren entre puertas con barrotes. Esta vez, fui yo la que hice el gesto que me recordó dónde estaba: no sé qué estaba explicando, algo sobre la identidad, creo, y hablé de sacar la mano por la ventana y ponerla bajo la lluvia y sentir el viento y en ese mismo instante, vi que eso, ahí, era imposible. Como me dijo una de mis alumnas sobre un día en que se pusieron a jugar con agua mientras lavaban..., una se olvida de dónde está. Y después, todo vuelve.

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