3 de febrero de 2014

Otra de Bahía: tuvimos un primer día (ya hace dos,cómo pasa el tiempo en vacaciones) de plena aventura. Yo ya estuve dos veces en Bahía, la primera vez vinimos en auto desde Buenos Aires en esos viajes larguísimos que hacíamos con mis viejos, yo debía tener unos 16, y estuvimos haciendo campamento en una playa (no recuerdo cual, a unos kilómetros de la ciudad) (ahí descubrí que yo no odio la carpa,odio la carpa en lugares de frío, en los de calor me parece todo mucho más hermoso) pero nos metimos muchas veces en la ciudad.Así que recuerdo con claridad que era una ciudad para vivir de a pie, que en auto era un infierno, aquí no se puede dar vuelta la manzana. Bueno, para llegar al hotel desde el ferry y para devolverlo, sobre todo eso último por culpa de la horrible compañía de alquiler... (muy largo para contar) nos perdimos dos veces. A pie, me pone mal perderme, en auto yo me pongo insoportable, en cualquier lugar..., muy nerviosa. La segunda vez nos metimos en algo que era un barrio muy, muy pobre, calles que se podrían tocar con los brazos extendidos si uno se paraba en el medio (culpa del GPS que no parece conocer mucho esta ciudad). Yo estaba histérica pero todos, todos (les preguntamos a cuatro por lo menos en nuestro horrendo portuñol) fueron no solamente amables sino realmente humanos. No, mire, vaya por allá, la primera, entendeu?, un tachero, un chico en una bici, una mujer que arrastraba bolsas del mercado, todos... En el fondo fue ver la Bahía no turística..., y que esa Bahia nos tomara entre manos culturalmente tan distintas y nos guiara.

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