24 de diciembre de 2015

Suena el teléfono. Yo estoy entre mi yoga personal (sin profesor, sin irme de casa, la única forma en que consigo obligarme a hacer algo físico, no es lo mío) y la ducha... La amiga que me llama (hay que llamarse en estos tiempos) y yo nos quedamos charlando un rato largo y como siempre que se charla (creo que ya es un lugar común en mis libros que las charlas curan), entiendo más no solo porque lo que decía ella sino por lo que decía yo. Como escribir, charlar es sabio, es magia. Le dije que no conseguía sentir el verano ni las cosas buenas que pasan a nivel chiquito, propio, personal y de amigos y familia; que lo malo chiquito que pasa, lo malo tipo pavadas, perder algo, no conseguir algo, me dolía demasiado; que no conseguía escuchar la radio (siempre fui radio adicta de día y adicta al cine o series por televisión de noche, me queda lo segundo solamente); que este año el calor no me regala esa sensación de poder, de cuerpo alegre, de comodidad que me viene en diciembre, enero, febrero (después menos porque sé lo que llega); que el mundo, el país, las malas noticias permanentes de las cosas que hacen los que hoy están en el gobierno lo inundan todo en estos días, un filtro triste, gris, el color más triste para mí. Sé que no hay que dejarse. Eso, lo sé. Que el libro maravilloso que acabo de terminar (Solar Storms, de Linda Hogan), que el plan de libros para el año que viene, que las vacaciones, que mis hijos a mi alrededor, cada uno mágico y distinto, valen mucho y yo debería sentirlos. Pero, claro, vengo de una familia política que hablaba de política casi por encima de cualquier otro tema... y cuesta. Cuesta. Pero tengo que ver del otro lado del filtro. Ahí, del otro lado, la vida sigue. La vida es hermosa. Del otro lado de la ventana, hay verdes, yo cuento veinte en este momento, un verde distinto por cada lado de la misma hoja, porque el sol las reconoce, lado por lado. Así tiene lados la vida.

Márgara Averbach querida, te agradezco de mente y de corazón, este relato tuyo del filtro gris. estoy, estamos en él varios compañeros... pero pulsando como la vida misma sabe hacerlo... a menudo me he jactado de ser optimista, de ver siempre el vaso medio lleno, de elegir la alegría -la verdadera- como modo de encarar la diaria. pero como bien decís cuesta. decí que están los amores, los cachorros humanos, la perra, los jazmines, los libros, escribir, charlar sanando, el patio, los abrazos...y también podremos con esto... pero no quietos. te abrazo.


Sin duda que la charla con alguien querido ayuda a sanar. Margara, tenés poesía y magia y una forma alucinante de militancia cuando das clase. El orden de la Naturaleza es superior al de los políticos de turno. Arriba el ánimo y que tengas muy buen comienzo de año. Abrazo

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