20 de enero de 2016

De vuelta de Colombia. Un gran viaje, mucho que contar, aventuras y todo. Espero tener las fotos pronto en la máquina, doscientos millones, claro... De lo último que hicimos, quizás lo más impactante, lo que para mí dice más sobre el mundo fue el manglar. Los manglares construyen mundo, hacen tierra en el mar, son árboles que crecen de arriba para abajo, mandando raíces desde las ramas. Y las lagunas que forman, forman tierra y bosque y son refugio para muchos, en Cartagena, pájaros, peces, muy chicos, recién nacidos, mapaches (que no vimos; yo ni siquiera sabía que vivían tan al sur, en el Norte de Sudamérica). En este vimos de todo: garzas blancas, como frutas con alas colgadas de árboles verdes, pelícanos, chorlitos (no los nuestros, otros, zancudos y grises), peces que volaban en el aire todos juntos, diminutos, y reflejaban el sol en las escamas, túneles de árboles que se tocan porque son, en realidad, uno solo, como dijo el guía, del pueblo cercano de Boquilla... De vez en cuando, salíamos al agua grande la Laguna de la Virgen y ahí estaban los hoteles, los edificios altos y nuevos como sombras de amenaza... Y el guía nos contó que quieren llevarse el pueblo por delante y seguir haciendo más..., hacia la laguna y hacia el lugar donde viven los nativos como él y su pueblo... Y está sucio, y triste de a ratos, se ve llegar la ciudad y sus olores y su intolerancia frente a lo que no es ciudad. Pero verlo..., ver volar a las garzas todas juntas como flores que navegan en el aire y en el agua, fue inolvidable. Después, pongo fotos.

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