Después de como un mes de abstinencia de cine en salas, como corresponde (porque desde antes de Navidad hasta el 20 de enero, nada), esta semana fuimos viernes (como siempre) y sábado. Dos cines diferentes..., siempre hacia el Sur, como hacemos cuando vamos solos. Con amigos, hay que ir al Norte, sí.

The Revenant. A pesar de ciertos comentarios, fui con expectativas porque a mí Iñárritu sí me gusta. Me gustó Bird, aunque no el final; me encantó, me encantó Babel.

Tuve razón: más la pienso y más me gusta The Revenant. Con problemas, claro pero me gusta y mucho.

Empecemos por el planteo estético. Entiendo por qué no les gusta a algunos. Yo amo el cine pomposo, cuidadoso en las tomas..., pensado, y serio, sobre todo serio. Esta película es eso. Así que a algunos no les gusta nada. Les parece pretencioso. Yo lo disfruto mucho.

Y en este caso, tiene que ver con el planteo, en el que la naturaleza está en el centro porque Revenant es un western y su héroe es el típico héroe de western pero ahora sin el tabú esencial (la mezcla de razas). Más bien, un héroe del western no clásico posterior a las décadas de 1950, 60, que es el western que me gusta a mí (no el anterior). El personaje de Di Caprio es un mestizo cultural (blanco, ojos celestes, sabiduría india) pero además, se casó con una amerindia. Y sí, guía a los demás blancos hacia el bosque, hacia el lado salvaje del mundo fronterizo. En ese sentido, claro, es un traidor a las tribus. Tal vez ese es el peor lugar de la película: no creo que la crítica a eso sea suficientemente clara.

Pero su comunicación con la naturaleza es profunda y completamente distinta de la de los otros blancos y eso está marcado todo el tiempo. Incluso cuando lo ataca la osa..., sabe qué hacer; cuando se despide del caballo pinto que le sirvió hasta muerto, lo acaricia; sabe cómo ir con la naturaleza, en lugar de contra ella. La contradicción básica de su vida: ser el guía de quienes la están destruyendo aparece sin demasiada claridad..., creo yo, en los sueños...: en la montaña de cráneos de búfalos que está sacada de una foto muy famosa, puedo ponerla en el Face si a alguien le interesa, y él de pie al lado. En el hecho de que lo que le dice su enemigo, "Mataste a tu hijo (indio)" sea cierto en más de un sentido.

La época, (yo no sabía que transcurría en esa época, hubiera tenido todavía más ganas de ir a verla) está muy bien pintada: no el tiempo del western (después de la Guerra Civil) sino mucho antes, tiempos del Comercio de Pieles (hasta se nombra a las compañías que se quedaron con todo en Canadá y el Norte de los EEUU). Se habla de muchas cosas: de la forma en que mataban animales, de la cantidad de pieles que se recogían, y de las masacres de las aldeas con Leavenworth a la cabeza. El fusil de un solo tiro es esencial en la película y eso me interesó: plantea otros tiempos, otros desafíos a la "experiencia" con armas de fuego que forma parte del heroísmo del héroe. La necesidad de usar cuchillo también. En eso, la frontera es también temporal. El intercambio con las tribus no es todavía lo que llegaría a ser pero ya empieza a insinuarse que los indios están perdiendo el poder. Me gustó que la única historia positiva de las muchas que se desarrollan (porque son varias) sea la de la tribu que busca a una mujer amerindia raptada por los blancos. Ahí hay un toque de Mesías Blanco, no lo niego: no debería ser el héroe el que la salvara pero el hecho de que eso termine más o menos bien saca un poco la sensación de "vanishing American" (es decir que los indios están condenados) que plantea la historia principal. Un poco. Ese es para mí otro de los problemas.

Tiene errores, claro..., no es una película perfecta ni muchísimo menos pero a mí me gustó mucho. Salvo la pelea final entre los dos grandes antagonistas..., demasiado larga y demasiado sangrienta..., salvo eso, la disfruté. El final también me pareció excelente.
Agrego: la luna. Las tomas en gran angular..., con la luna sobre los árboles o en la montaña marcan el tiempo, son la sintaxis de la película, porque la luna cambia y uno va sabiendo cuánto pasó...